El Premio Nacional de Gastronomía comparte con nosotros sus recetas caseras más resultonas, aquellas que van a hacernos quedar como grandes chefs ante nuestras familias y amistades. Estos son los platos que preparo para mi familia, los que comemos en casa, los que pensé para el confinamiento y sigo cocinando después. No es que desconfíe de los trabajos profesionales -al contrario, siento admiración-, pero restan verdad al servicio de una belleza irreal, y frustran al cocinilla, que todos llevamos dentro, que jamás logra reproducir esa alta expresión. Estilismos, retoques, añadidos, mixtificaciones, platos que no son comestibles, al contrario de lo que sucede aquí: después de la foto, el ataque con cuchillo. Me lo como. Nos lo comemos. Porque esa acción forma parte de lo cotidiano. Cocino, fotografío, como. Solo así es posible este libro, con esa curiosa artesanía mediante el notario smartphone. Las mías son recetas sencillas de ejecutar, pero ocurrentes, vistosas y que dan un resultado apetecible. Quien lo probó, lo sabe.