Atrapados durante meses en los barcos, obligados a trabajar sin descanso y maltratados por los capitanes, los marineros tenían uno de los trabajos más duros en los albores del capitalismo. Sin embargo, los vínculos de solidaridad y lealtad que mantuvieron entre ellos les permitieron enfrentarse al poder y crear formas de resistencia capaces de oponerse a oficiales, armadores y funcionarios del imperio. Motines, deserciones, sabotajes, huelgas y disturbios formaron parte de la historia de los marineros, que comenzaron a ver a sí mismos como una clase social diferente a la de sus mandos. El nacimiento del capitalismo es una historia de violencia y sometimiento, pero también de resistencia, solidaridad y apoyo mutuo.