AA.VV
A bordo de un barco, los viajes se vuelven aventuras: ir del puntoA al punto B es otra cosa cuando uno se atreve a atravesar un lago, un mar, un océano o un río. Subir a una embarcación significa dejaratrás las certidumbres y los horarios rígidos para dejarse llevarhasta cierto punto por la incertidumbre. En el agua, uno está a merced de la madre naturaleza, y decidir adónde ir y qué clase de día tenerya no dependerá solo de uno mismo; hay que adaptarse a las condiciones y dejar que el clima ofrezca lo inesperado. Además, viajar por elagua es una forma excelente de levantar el pie del acelerador ydesconectar del ritmo frenético del mundo para apreciar las cosassencillas: el gran cielo abierto, los horizontes vacíos, losamaneceres y atardeceres.