La fascinante historia de la primera secta española y de Pedro Vivancos, un hombre irrepetible. Pedro Vivancos: ¿un santo o un farsante? ¿Era el gurú de una secta o solo el padre de una familia numerosa? Pedro Vivancos fue uno de los mejores bailarines de flamenco de los años sesenta y actuó por toda Europa. A principios de los setenta abrió una academia de danza y artes marciales en Sant Cugat del Vallès (Barcelona), gracias a la cual llegó a reunir un grupo de seguidores fieles, entre los que se encontraban sus siete mujeres, quienes le acompañaron durante toda la vida y con las que tuvo cuarenta hijos. Tras un misterioso viaje del que volvió con la cabeza afeitada, un kimono negro y el sobrenombre de Raschimura, Vivancos abrió una fábrica de productos macrobióticos en L'Hospitalet, además de clínicas y consultorios por toda España, donde proclamaba curar enfermedades como la diabetes o el cáncer. A pesar de sus métodos radicales, el número de adeptos que se le acercaban iba en aumento. En 1983, el caso Raschimura ocupó los titulares de la prensa. Investigado por la muerte de varios pacientes en su clínica del Vallès y con la Fiscalía General del Estado pisándole los talones, Vivancos huyó a Canadá junto con su familia y sus seguidores más acérrimos, y allí refundaron la comunidad. Unos años después, Vivancos murió en Ámsterdam en circunstancias poco claras, dejando como legado la leyenda de su familia y una gran pregunta: ¿eran miembros de la primera secta española o solo eran una familia que decidió vivir fuera de los esquemas sociales de la época?