Alejado de fugacidades literarias e inmerso en una auténtica búsqueda personal del poema, Xosé Bolado recoge toda la tradición simbólica y sigue nutriéndola, del mismo modo que lo hicieron Raine, Trakl o Mandelstam. En la poesía de Xosé Bolado lo visual se torna alegórico y se imbrica con la realidad dando relevancia emocional e intelectual al instante, lo evidencia como mágico y, por tanto, lo dota de significado. Amasando con sombras, con el agua turbia, con la propia tierra oscura de la memoria, Xosé Bolado modela imágenes que emiten luz, como las brasas.