Se podría decir que en nuestra sociedad comemos por encima de nuestras posibilidades en lo que a cantidad se refiere, pero a menudo por debajo de ellas en cuanto a calidad. Enfermamos en parte por lo que comemos y lo que no comemos. Y es que cuanta más información tenemos, parece que menos sabemos qué comer.
Una mala alimentación está detrás de muchas de las enfermedades que sufrimos: cáncer, patologías cardiovasculares, las metabólicas como la diabetes... Lo que comemos influye en el funcionamiento de nuestro sistema inmunitario, en la salud cerebral, en el intestino o en los procesos de envejecimiento. Una buena alimentación es prevención y tratamiento: «Que el alimento sea tu medicina».