Los Juegos Olímpicos son el acontecimiento deportivo por excelencia. Desde su resurrección a finales del siglo XIX, de la mano del barón francés Pierre de Coubertin, las Olimpiadas ofrecen cada cuatro años una catarata de emociones y hazañas que a veces se convierten en mito. Al mismo tiempo, en el backstage de las contiendas, los deportistas muestran su lado más humano. Es lejos de la mirada del público que estos modernos «dioses del Olimpo» se despojan de su estado de semidivina perfección para hacerse comunes mortales que lidian con los reveses de la suerte, sufren percances desde los más esperpénticos hasta los más trágicos, enlazan el deporte con la política, sucumben al poder o a la presión del dinero, venden el honor o sacrifican por ello su carrera.