En los años cincuenta, los aficionados del Torpedo de Moscú creían que la nueva estrella del fútbol mundial vestía sus colores. A Eduard Streltsov no había quién lo parase, lo comparaban con Pelé, y algunos defienden que podría haberlo superado. Pero en vísperas de la Copa del Mundo de Suecia, fue arrestado y mandado al gulag, lo que obligó a miles de seguidores a reconsiderar su admiración.