A partir del menú de un restaurante romano, el autor nos adentra en una fascinante arqueología culinaria, un viaje a través de la mesa y del tiempo, una exploración que va desde la Ciudad Eterna hasta la civilización global. Desde el pan de los entrantes, pasando por el aceite, la pimienta o el vino, hasta el sorbete de limón del postre, la cena no puede ser más local, pero su historia es absolutamente universal.