El 4 de junio de 1972, el tribunal de San José, California, tras trece horas de deliberación, trece semanas de proceso y un jurado compuesto íntegramente por blancos, declara inocente a ANGELA YVONNE DAVIS (1944), acusada dos años antes de participación en homicidio, secuestro y conspiración. Terminaba así el proceso judicial de la activista y filósofa afroamericana, discípula de Herbert Marcuse y una de las figuras más destacadas e influyentes del llamado Black Power. Gracias a la presión que ejerció el movimiento Free Angela («Liberad a Angela»), el proceso se convirtió en un caso mediático a nivel global que, en plena Guerra Fría, puso en evidencia las contradicciones entre la exaltación del modelo democrático estadounidense y las discriminaciones y violaciones de los derechos civiles que sufrían la comunidad afroamericana y las demás minorías étnico- raciales del país. Desde entonces, Davis ha mantenido su compromiso con la labor académica y el activismo político en su reivindicación de los derechos de la mujer, los derechos de los afroamericanos y la ampliación de los espacios democráticos.