La industria turística está transformando la forma en la que experimentamos el mundo. La movilidad constante y el consumo de "eventos" han derivado hacia el consumo del turismo frente a la experiencia del viaje. Las consecuencias no sólo las sufre el turista, que es imposible que encuentre satisfacción en un mundo homogeneizado y "en venta" que sólo requiere de su consumo pasivo, sino que tiene consecuencias sociales y ecológicas importantes para aquellos lugares que se inclinan por el desarrollo turístico.